miércoles, 2 de diciembre de 2009

Deja-vu (editoriales en servilletas)

Si le decían que la iba a pasar así de intensamente, mejor se quedaba y no se iba a ningún lado. Ricardo Lagos era el presidente de Chile y De la Rúa el de Argentina, pero fuera de esa coincidencia el resto nada que ver. En Argentina las cosas estaban que echaban fuego, no había trabajo o no había la ilusión de conseguirlo. “Todo pende del hilo de la guerra y la paz celestial”, opinaban distintos opinólogos de la televisión por cable. Las monedas estaban al aire, nadie, ni ellas mismas, sabían de qué lado iban a caer. Es decir, todo un desastre en el panorama argentino de principios de la primera década del siglo XXI. Hacia finales de ésa década, la cosa seguía igual.

Algunos tantos hablaban de un deja-vu. Otros no sabían qué carajo era un deja-vu. La canción de Crosby, ya saben cuál, la que dice: If I’d ever been here before I would probably know just what to do, don’t you?; If I’d ever been here before at another time around the wheel, with all of you. And I feel like I’ve been here before, feel… and you know, it makes me wonder what’s going under the ground; don’t you know, don’t you wonder?

Entonces, la cuestión en Argentina se definía con la letra y melodía de esa canción del gran David Crosby; sin que muchos supiesen, se definía en que la mafia volvía a atacar y en que se notaba una cabeza grande y hueca atrás de todo el movimiento contralor. El señor Eduardo Duhalde, el mismo que en 1999 fue candidato a la presidencia del país austral, perdió en primera vuelta y dos años después se hacía llamar Presidente. A ver, Duhalde fue uno de los artífices de la batahola piquetera del 2001, de la renuncia del Presidente De la Rúa, de la devaluación de tres ceros, de los muertos y desahuciados, y de un semi golpe de estado. El tipo se puso la banda presidencial y se mandó para la Casa Rosada. Había perdido las elecciones anteriores, nada más ganó en algunas villas miserias del conurbano bonaerense, pero el tipo alguna vez acusado de ser el señor de la droga en Buenos Aires, ahora era el Presidente, el mejor desde el regreso a la democracia, según opinólogos obsecuentes y nuevos ricos.

En fin, “Deja-Vu”. Diez años después reaparece el mismo personaje: Duhalde, “el Cabezón”. En lugar de querer voltear a un radical, ahora quiere acostarse a un peronista. Da igual, las monedas siguen en el aire y no se sabe de qué lado caerán o, para ser más claros, voltearán. El “cabeza” está de retache y ahora quiere ser Presidente. Dice que no le importa esperar a las elecciones o hacerlo de una vez, ya que las elecciones no son su manera de hacer lo que dice que quiere hacer: la revolución peronista, la misma que Rucci anhelaba con tanta pasión y malhabladuría. Parece un deha-vu constante. Se cree que la Argentina regresa a donde empezó; se ve que el país vuelve al 2001, al caos social que, no se sabe bien por qué, se manifiesta en supermercados chinos justo cuando se vienen las navidades. “Aguas”, dice una de las monedas que todavía está en el aire.

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