sábado, 27 de junio de 2009

Veda electoral = Luto por un Tano con Humor

Para un amigo desconocido y brillante que todas queremos y vamos a extrañar.

Murió en estas últimas horas un grande: el Tano Andrés Cascioli. El mens sanna in corpore sanno de la gráfica editorial argentina; se murió el mismo día que Maicol Yacson: blanco uno y negro el otro -aunque operar lo inoperable es imposible Maic.
Es una pena, un sentimiento de tristeza o algo muy emotivo o estúpido, sin conocer a Cascioli y leyendo Humor a destiempo, ni se diga de Satiricón, se siente un vacío en el alma.
Por eso, Las Monedas quieren sumar a la Red de redes un sincero pésame por la muerte anticipada de Andrés Cascioli, un buen y talentoso hombre que a miles y miles inspiró.
En una especie de homenaje y necesidad de decir "gracias", Las Monedas Parlanchinas quieren mostrar un poco de Humor y recordar aquello que alguna vez supieron comprar, ya que el Tano no era pijotero y no lucró con la necesidad de la gente común y corriente de leer y reír con la bendita actualidad, por unos pocos mangos.
La veda electoral en Argentina nunca tuvo tanto sentido. Que en paz descance.











Y de yapa, el editorial que hoy día de la fecha unas monedas compraron en el diario Perfil.
Un ícono del periodismo gráfico
*Familia. Nació en Avellaneda en 1936. Estaba casado con Nora Bonis y tenía tres hijos.
*Inicios. Fue pintor, artista plástico, dibujante y se inició en el diseño publicitario. Dirigió las revistas de historietas Tucson, Casco de Acero y Maverick.
*Hitos. En 1972 fundó la revista Satiricón junto a Oskar Blotta. En pleno Mundial de Fútbol de 1978 creó Humor, que se transformó en un ícono de crítica y resistencia contra la dictadura militar. En 1982, Humor recibió el premio a la Mejor Revista Satírica del Mundo, en Italia. Llegó a vender 300 mil ejemplares, y Cascioli fue su director hasta que cerró en 1999 por problemas económicos.
*Censura. En enero de 1983 el gobierno militar secuestró 200 mil ejemplares de la revista Humor que iban al interior.
*Editor. Fue el creador de Ediciones de la Urraca, sello que editó revistas como El Péndulo, El Periodista de Buenos Aires, Humi y Fierro. Fue uno de los responsables de la aparición de la versión local de Rolling Stone. En 2001 creó y dirigió la revista El Cacerolazo, publicada por Editorial Perfil.
*Libros. Fue el autor de La revista Humor y la dictadura en 2005, Treinta años de humor político y otras perversiones, e ilustró el Diccionario del rock argentino, en 2006.
"Andrés"
Lo conocí en 1979. Hacía poco que él había lanzado su revista Humor, y pocos meses que yo había estado detenido en el centro clandestino El Olimpo. Me invitó a almorzar en un restaurante de la calle Suipacha y abrió la conversación criticando a Editorial Atlántida por su posición a favor de la dictadura. El desprecio por el militarismo de Atlántida (competidor de Perfil) le hizo mirar con algún interés al aprendiz que yo era por entonces. Con sólo 23 años, mi única experiencia era la incipiente revista La Semana, en aquellos tiempos modesta competencia de la revista Gente, mientras que él, con sus 43 años, contaba con una exitosa carrera editorial, comenzando por haber sido el autor de las tapas y director de arte de la revista más exitosa de la década del 70, la mítica Satiricón, la cual antes de padecer la represión de la dictadura sufrió la de la Triple A del tristemente célebre ministro de Perón, López Rega.
Escuchar sus historias era para mí una clase magistral, porque cuando Andrés Cascioli, junto con Oskar Blotta (director de Satiricón, quien directamente se tuvo que ir al exilio), libraba sus batallas con el gobierno peronista, yo recién estaba terminando el colegio secundario. Luego, los años hicieron que la diferencia generacional desapareciera: Blotta, a quien conocí cuando regresó de su exilio, se convirtió en un cercano amigo y Cascioli hasta llegó a dirigir una revista en Editorial Perfil: El Cacerolazo, en el año 2002, y dos años antes su hijo, Mauro Cascioli, trabajó para Perfil haciendo una revista de historietas que fue un producto de culto: Cazador, último éxito editorial de una historieta argentina.
En los 80, después de la Guerra de Malvinas, su revista Humor se transformó en la publicación de mayor circulación de la Argentina y La Semana, también empujada por el sentimiento antimilitar post Malvinas, alcanzó a Gente, pero fue clausurada y, meses después, el exilio me tocó a mí. El regreso de la democracia volvió a hacer paralelos nuestros caminos: Andrés lanzó El Periodista y yo, El Observador, antepasado remoto del actual diario PERFIL. Ambas publicaciones eran sin fotos, en blanco y negro, orientadas a la política, en papel opaco y semanales. Ambas fracasaron. La editorial de Cascioli, Ediciones de la Urraca, sufrió ese golpe agravado por la hiperinflación del final de época de Alfonsín y nunca volvió a ser la misma. En los 90 padeció, igual que la revista Noticias –la continuadora de La Semana–, el acoso judicial de Menem: él, sus familiares y sus funcionarios iniciaban demandas de millones de pesos (Editorial Perfil acumuló 30 juicios). Y ya no pudo recuperarse: Humor cerró en 1999.
Era paradójico que mientras gobernaba la dictadura, a quien más combatió, su editorial fuera floreciente. Y en la democracia su resultado fuera inverso. Existe otro ejemplo similar en Brasil. En la etapa más dura de su propia dictadura, la revista de humor O Pasquim llegó a ser una de las de más venta del país, para luego ir decayendo progresivamente en la medida en que el régimen se encaminaba a la democracia.
Cuando hay censura, el humor es el lenguaje más eficaz para escapar a los límites. Pero Andrés Cascioli fue mucho más allá del humor. La democracia tiene con este tano cabrón una deuda eterna. Yo también.
Nosotras también. Gracias.

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