viernes, 28 de noviembre de 2008

Un 15 de septiembre en México

Celebrando la fecha patria: entrevista al Patotas Morelos

Con motivos de la fecha más fecha y por eso con más patria de todas las mexicanas, dos monedas parlanchinas se pusieron a conversar sin pensar en las consecuencias de sus palabras: la posterioridad (¿?). Ahorrando preámbulos, acá está la entrevista no tan preciada pero sí inesperada que Pepe Artigas le hizo al Patotas Morelos.

Artigas: Muchas gracias por venir General. ¿O te llamo de otra manera?
Patotas Morelos: Qué se yo, llámame como quieras: general, presidente, revolucionario, da lo mismo, pinche presentación, llámame como se te ocurra…
Artigas: Bueno, es que uno asume que tratándose de la alta figurita que estoy entrevistado hoy acá, tengo que presentarte de alguna manera… ¿cómo diríamos? ¿Apropiada? Pero está bien, te voy a llamar guerrillero. ¿Te gusta así?
Patotas Morelos: Y sí, hay marcas que vienen hasta en los…
Artigas: …Este… Bueno, ¿qué querían ustedes aquel 15 de septiembre?
Patotas Morelos: Bueno, a ver, ¿cómo lo podemos poner? La sensación de ser parte de un movimiento de miles, y no te estoy hablando de soplar y hacer botellas, y que éramos todos jóvenes que estábamos cambiando al mundo. Eso era lo que queríamos: una ensalada rusa. Un poco como pensaron los hippies en el 68. Bueno, nosotros en aquellos días de 1810 también pensábamos que podíamos agarrar, cambiar al mundo y a otra cosa mariposa.
Artigas: Sí, yo te entiendo porque en lo que hoy es Uruguay andábamos en las mismas. Pero, ¿no crees que había un poco de infantilismo en todo aquello de “llegar al poder y cambiar al mundo”?
Patotas Morelos: ¡¿Qué me quieres decir compadre?!
Artigas: No… no te enojes che, que no te quiero ofender. Pero dale, en esos años no había ni un solo plan concreto que diga qué se iba a hacer una vez que los guerrilleros, caudillos o libertadores llegáramos al poder. O al menos eso es lo que yo viví allá en las tierras de los Charrúas.
Patotas Morelos: Bueno, pero acá fue toda otra historia y nosotros queríamos cambiar México, es decir, rescatarlo. Y la verdad que sí lo hicimos y de eso estoy orgulloso. No estoy diciendo que fue como preparar un arroz con leche, pero estábamos tácticamente bien parados en la cancha y teníamos una buena estrategia para salir y meter tres, cuatro goles; la verdad que había confianza y sabíamos que al final, quién sabe como, íbamos a ganar el encuentro.
Artigas: ¿Y de democracia ni hablar, verdad?
Patotas Morelos: ¿Pero qué película viste, Pepe? En esos tiempos lo que queríamos era llegar al poder, tirar una par de tiros y decir que nosotros decíamos que este era un país libre y soberano, el resto es puro cuento.
Artigas: ¿Y qué es lo que más te molesta sobre la historia de la independencia mexicana?
Patotas Morelos: Que en los afiches que los chamacos compran para el colegio yo sea el único de los inmortales que todavía no sale de güero. Ahora resulta que el cura tenía ojos azules…
Artigas: ¿Qué tal, eh? Los ojos, siempre los ojos. Azules, marrones o prietos como color de llanta, pero siempre serán los ojos los que miren la historia. Ahora, depende, ¿no? Porque no es lo mismo que el que la mire tenga ojos azules a que los tenga verdes. ¿O si?
Patotas Morelos: ¡Que sí chingaos! Bueno, sobres porque ya empieza el “Viva México” por la televisión y no me quiero perder el grito de mi gobernador allá en Morelia: se va a poner bien chingón eso. So long Pepito.

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