viernes, 28 de noviembre de 2008

Reflexión antes de vacación

Cuando uno se encuentra con la urgencia de hacer las maletas para irse de vacaciones, empiezan a aparecer cosas que se quedaron en el verano anterior. Es verdad, en las valijas se arrinconan artilugios excéntricos que no entran en ningún otro lado, pero que tal vez sí sirvan para algo aunque no lo sepamos. Qué tal que un par de gafas y unas monedas que se habían quedado olvidadas en el fondo de mi mochila, pero de la mochila que no uso desde el verano del 2002, estaban aburridas de esperar a que las sacara de ahí y conversaban de lo más pancho.
Como un chismoso de cuarta por no haber quinta, me quedé escuchando a estas habitantes de las maletas. ¿Hablaban sobre el calentamiento global que está pegando fuerte en el termómetro y de que nos quieren vender Pepsi por Coca? No la verdad que no. Pero con lo que escuché me hicieron pensar en la gente que hace todo un análisis prismático de las personas sólo por su apariencia. De vez en vez, una verdad inconveniente para todos.
Es gracioso ver como alguien en la esquina dice, “ese tipo debe ser inteligente” sólo porque usa anteojos; y no, el pobre señor no veía nada y sacudía con su mano una latita. O dicen, “seguro es un intelectual y usa anteojos porque se gastó la vista leyendo miles y miles de páginas”. ¡Frío! La gente que usa anteojos no los usan para verse bien, o ser gente chida, lo hacen porque no ven, porque tienen una deficiencia en su retina, no porque quieren parecer que son intelectuales.
Cosas así andaban parloteando este par de anteojos y las monedas en la mochila. Y mientras me apuraba porque se iban mis amigos y el aventón, escuché una vacilada pero que es verdad: la gente equivocadamente anda por ahí diciendo esto y aquello de fulano o mengano sólo por su aspecto, por lo que hace y el perfume que usa. Por ejemplo, si una persona usa patillas los demás dicen en voz baja, “seguro que ese es un pesado de aquellos”, como si el pobre motociclista tuviese que ser mala gente sólo por ser fanático de Elvis. También están los que dicen que una persona es drogadicta porque tiene un amigo que se tatuó en la cabeza la lengua de Los Rolling Stones. “Seguro la güera se fuma todo”, dicen. Y nada que ver, ella era cantante de folk y él era un pobre pelón de 60 que tocaba canciones de Donovan. Y nunca faltan los del personal de seguridad privada, o mejor conocidos como güaruras (a quienes se puede apreciar por las mañanas en los estacionamientos de nuestra universidad), que para verse peligrosos usan lentes oscuros, cabello engominado y unos kilos de más. Pero en realidad son personas más buenas que Lassie si los dejas hablar, se bajan de la camioneta y se ponen a hacer dieta.
En fin, cuántas cosas más pueden decirse por nuestra apariencia. No sé, a mí me pueden decir que estoy medio loco porque tengo un collar con una moneda que me habla cuando me voy a dormir… Tantas cosas en el mundo del Señor, en esta universidad, en la belleza que hay en cada uno y en las maletas que se quedaron sin ir a alta mar.

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