sábado, 29 de noviembre de 2008

Filosofando sobre otro 15 de septiembre


Aunque la cruda por lo general no dura más de un día o dos, hay personas que se ponen una de telenovela y se la gastan pidiendo perdón por dos o tres meses. Para pensar un rato sobre el "grito de independencia" mexicano, siganos en esta, la que fue, noche de 15 de septiembre, en lo que venía a ser Cholula y ahora es el conurbano de Puebla. Y en lo que venía a ser una noche de festejo y terminó en meses de re... flexión.


Por poco se me escapa que el 15 de septiembre es un día muy a tener en cuenta, y más si es que vivimos en México y nos gusta la fiesta. La verdad, desde que estoy en este hermoso país el Día de la Independencia siempre me ha llamado la atención de una manera muy parrandera; y es que como diría algún amigo de Teporochotlan, cada 15 de septiembre se arma la peda nacional y todo el país recuerda que para ser mexicano hay que ser bien loco, como Morelos. No me van a creer lo que les voy a decir, pero justo que acabo de escribir esto de que para ser mexicano y gritar viva México cual debe de ser hay que ser loco como Morelos, una moneda de Un Peso de 1971 que trae a Morelos en la cara saltó como loca, valga la redundancia, de la caja de monedas parlanchinas.
“Oye, tú argentino”, me chista la moneda plateada con Morelos, el Patotas para los amigos, en su inmortal perfil: “antes de nombrar mi nombre te la lavas cabrón”. ¿Cómo? Paro de pensar en lo que estaba pensando sobre el Día de la Independencia mexicana y miro la moneda. “Pará Morelos, no te delirés que estoy queriendo escribir y la verdad que no soy muy sutil”, le digo mientras el prócer se acomoda bajo la luz como para decirme algo.
“¿Tú sabes por qué en el año 1971 el grito del 15 de septiembre fue diferente a cualquier otro grito?”, de manera desafiante me pregunta esta moneda de plata que, la verdad, al principio no me había llamado tanto la atención. “No, con todo sinceridad, ni la más pálida idea”, le digo. Morelos cuadra el pañuelo de su cabeza y suelta el cuento: “En el grito del 15 de septiembre de 1971 los mexicanos, tal vez por última vez, gritaron tratando realmente de emular al alarido que dimos nosotros en 1810 con el Cura y toda la banda audaz. En 1971, primero en junio en una manifestación y después en septiembre en el festival Avándaro, las partes más conservadoras del gobierno decidieron acallar a los jóvenes que buscaban hacer lo que nosotros no pudimos terminar porque gente como Iturbide tenía que estar ahí. Por eso te digo que tengas en cuenta a ese año, y a ese aniversario de independencia, como una síntesis muy cabrona de la historia mexicana”.
Según Morelos, en 1971 dos hechos marcaron al 15 de septiembre de una manera patente: la matanza de cientos de estudiantes izquierdozos y no tan de izquierda o de derecha de la UNAM y del IPN, a manos de un grupo irónicamente llamado Halcones (irónico porque las fuerzas para liquidar la presunta amenaza comunista formadas por algunos gobiernos autoritarios de Sudamérica se llamaba Cóndor), y la casual pérdida del material fílmico y musical registrado en el festival Avándaro. “Con los estudiantes y los hippies desaparecidos se quedó todo lo que se parecía al desenfreno revolucionario de mi época”, dice la moneda que expresa no simpatizar ni con Iturbide, los Halcones ni con Televisa, por lo arriba mencionado.
Así, sin que yo haya pensado en este tema, la moneda de Morelos sacó de la chistera una nota de la historia mexicana que yo no tenía presente y que es bastante simbólica como para brindar en nombre de los que lucharon por la libertad. Resulta que en aquel cumpleaños nacional número 161, México dejó buena parte de su juventud, su contracultura y se tiñó con tinta de ostiones enlatados en conserva. Por esto, brindo por esta moneda que trajo a Morelos y por la memoria de la contracultura mexicana que quiso ser dejada entre renglones. Por lo sucedido en Avándaro y por los asesinados en la Guerra Sucia de los años setentas: ¡salud!

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