Honestidad brutal: cae un billete y se pudre todo en el certamen de las monedas.
Fantoche: (Del fr. fantoche). 1. m. Persona grotesca y desdeñable. 2. m. Sujeto neciamente presumido. 3. m. Persona vestida o maquillada de forma estrafalaria. 4. m. Muñeco grotesco frecuentemente movido por medio de hilos.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados
No lo iba a creer si me lo contaban de antemano, pero algunas monedas no se quedaron conformes con los resultados de la última Quermese de desobediencia civil. Parece que no todas las participantes estuvieron de acuerdo con la decisión del jurado de darle el primer galardón a la moneda de Cuba, la que se quedó mirando Benny Hill en YouTube y se clavó bruta bandeja de camarones a la romana. Después de todo, siempre hay lugar para reclamos y perdedores necios. Y haciendo las cuentas cortas, las pobres monedas se tragaron el pato otra vez y no fue un alfajor triple de dulce de leche, fue un Fantoche pero impreso en papel.
Hoy a las once de la matina cayó un ultimátum del ala radical de mi caja de monedas. “Nadie miraba pero se veía venir”, dijo una moneda vegetariana bien parlanchina cuando un billete, ¡sí un billete!, vino a querer pudrir el imaginativo concurso de las monedas quejonas. El billete, un vil pedazo de papel, llegó y junto a las que lo siguieron por tierra y por mar, saboteó el entretenido concurso. Y es que, al billete éste no le gustó que un Che aburguesado venga a decir que mejor quedarse en casa que ir al zócalo a hacer bulto. Encima andaba como que medio mal copeando el billete; se pudrió todo y se armó flor de batahola entre los protestantes vanguardistas y los rancios rabos verdes que coexisten en la pradera numismática de mi caja de monedas parlanchinas. Al final no pasó gran cosa, pero de nada sirvió eso de las sentadas, el YouTube y los cacerolazos, porque a cuarenta años del mayo francés acá seguimos marchando como ratones a un lugar de gente sin swing.
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No lo iba a creer si me lo contaban de antemano, pero algunas monedas no se quedaron conformes con los resultados de la última Quermese de desobediencia civil. Parece que no todas las participantes estuvieron de acuerdo con la decisión del jurado de darle el primer galardón a la moneda de Cuba, la que se quedó mirando Benny Hill en YouTube y se clavó bruta bandeja de camarones a la romana. Después de todo, siempre hay lugar para reclamos y perdedores necios. Y haciendo las cuentas cortas, las pobres monedas se tragaron el pato otra vez y no fue un alfajor triple de dulce de leche, fue un Fantoche pero impreso en papel.
Hoy a las once de la matina cayó un ultimátum del ala radical de mi caja de monedas. “Nadie miraba pero se veía venir”, dijo una moneda vegetariana bien parlanchina cuando un billete, ¡sí un billete!, vino a querer pudrir el imaginativo concurso de las monedas quejonas. El billete, un vil pedazo de papel, llegó y junto a las que lo siguieron por tierra y por mar, saboteó el entretenido concurso. Y es que, al billete éste no le gustó que un Che aburguesado venga a decir que mejor quedarse en casa que ir al zócalo a hacer bulto. Encima andaba como que medio mal copeando el billete; se pudrió todo y se armó flor de batahola entre los protestantes vanguardistas y los rancios rabos verdes que coexisten en la pradera numismática de mi caja de monedas parlanchinas. Al final no pasó gran cosa, pero de nada sirvió eso de las sentadas, el YouTube y los cacerolazos, porque a cuarenta años del mayo francés acá seguimos marchando como ratones a un lugar de gente sin swing.
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