Porque los editorialistas de Las Monedas Parlanchinas lo mencionaron, acá vamos. "Hace falta periodismo de investigación", dijeron. Por eso, en esta oportunidad, un movilero numismático amigo se reunió con monedas que, sin pelos en la lengua, tienen algo para decir sobre la actualidad de Argentina, en donde, entre otras cosas, faltan monedas en la calle.
La escasez de monedas ronda el Plata
Por: Piccolo Parlanchino (movilero invitado y amigo -si no, cómo)
Por: Piccolo Parlanchino (movilero invitado y amigo -si no, cómo)
Mediodía de calor sofocante. Mayo está que arde en Buenos Aires. Un calor de novela en otoño, y eso que dicen que el calentamiento global todavía no empezó. De todas formas, el calor no es inconveniente, el sudor tampoco, y la cita programada en la mesa de la vereda de un bar cualquiera, porque adentro no se puede fumar, se da sin problemas tal cual habíamos quedado. Así, este reportero se juntó con unas monedas que, como nadie puede entender, solamente explican que pueden hablar.
“Sabés lo que pasa, en el sindicato de monedas estamos cansadas de que las distintas comisiones de Derechos Humanos no nos den ni cinco de pelota”, dice una de las tres monedas argentinas de 10 centavos reunidas. Con todo y todo, uno no puede hacer más que asombrarse, porque nadie iba a imaginarse, en la época del uno a uno y los viajes a Miami, que las monedas iban representar un problema de Derechos Humanos. Todo un tema.
“Sabés lo que pasa, en el sindicato de monedas estamos cansadas de que las distintas comisiones de Derechos Humanos no nos den ni cinco de pelota”, dice una de las tres monedas argentinas de 10 centavos reunidas. Con todo y todo, uno no puede hacer más que asombrarse, porque nadie iba a imaginarse, en la época del uno a uno y los viajes a Miami, que las monedas iban representar un problema de Derechos Humanos. Todo un tema.
Para explicar el asunto, en arrebatos de merolico la moneda dorada de 25 centavos de 2008 habla de la discriminación que monedas como ella tiene que soportar. “Hay algunos taxistas pijoteros que si el viaje cuesta, no sé, ponele $10.05, le dicen al pasajero, ‘quedate con los 5”. O sea, la discriminación a los 5 centavos es tal que, como nos dice esta monedita, “los tacheros hijos de puta prefieren perder plata”. Además, parece que las monedas que salieron plateadas, como las de 25 centavos del 93, sufren todavía más las consecuencias del desprecio ciudadano. “En ese año hubo mucho lucro con el negocio de la falsificación”, revela.
En otras cosas, si bien esta moneda no tiene nada que decir sobre la tendencia que tienen los taxistas de escuchar Radio 10, la más a la derecha del dial, dice que el turco Haddad, “me tiene los ovarios por el suelo: él y el garca de su socio, Longobardi”. Pero mientras el panorama no es muy halagüeño y Radio 10 no informa nada, se sabe que el dueño de un kiosco soborna a un empleado bancario con chocolates para que le cambie billetes por monedas. “Esto es un quilombo”, como bien lo dice esta moneda mientras se toma un trago de Agua sin gas.
Así, mientras los entrevistados y yo tomábamos algo fresco porque el calor estaba como para arruinar cualquier clima de entrevista, los argentinos intentan por todos los medios conseguir las monedas que brillan por su ausencia. Según los analistas numismáticos que estas monedas frecuentan, la escasez está ligada a la inflación, ya que el constante aumento de precios hace que el cobre y el aluminio del que están hechas las monedas tengan más valor que su denominación. Además, “ya no se puede hacer mucho con monedas como nosotras, por eso la gente nos discrimina, se pone neurótica porque cree que somos mufa y nos anda vendiendo como metales fundidos por ahí”, dice el ejemplar de 1991 que alguna vez supo codearse con los Penny yanquis.
También está el problema del tráfico de cobre y aluminio. “Antes era un fenómeno propio de los barrios pobres, las villas, bah, en donde ni bien se instalaban los cableados eléctricos para dar luz a esos asentamientos irregulares, la gente se afanaba el cobre para revenderlo, es decir, hacer billetes con los cables y el cobre”, cuenta la moneda del 2008 que viene desde La Matanza. Antes como ahora, cada moneda de 50 centavos se hace con 5.3 gramos de cobre y 0.5 gramos de aluminio. Pero si la inflación se mantiene en el ritmo actual, dentro de unos años la moneda valdrá menos que el metal del que está hecha; es decir, si se vende la moneda en el mercado negro como un pedazo de metal, la moneda vale más por el cobre que por su valor nominal. Eso sí, admiten las monedas en la mesa, este negocio va a seguir en punta a menos que la actual crisis financiera global sea tan prolongada que el precio del cobre toque su mínimo y las monedas recuperen su valor monetario.
“Y no te olvides de lo devaluadas que estamos”, remarca la moneda de 25 centavos. Tiene razón: hoy en día se pueden comprar tan pocas cosas con una moneda de un peso (unos 30 centavos de dólar o unos 3 pesos mexicanos) que es más negocio fundir el metal que tratar de conseguir otras 19 para comprar una caja de chocolates. “Imaginate con una de 25, 10 o 5 centavos; te la tiran por la cabeza”, dice la misma moneda que admite haber volado por la Avenida 9 de Julio a velocidades extremas.
Problemas: teorías conspirativas y discriminación
Los argentinos adoran las teorías conspirativas y la discriminación. Desde la época de Perón y Evita, los ‘cabecitas negras’ fueron quienes mejor personificaron ese sentimiento fascista argentino; ahora se lo encajan a las monedas y también se especula con teorías conspirativas que enrarecen el ambiente de escasez de monedas. De todas formas, “no existe evidencia de que se estén fundiendo monedas para vender el metal. Lo que sí ha hecho su escasez es dar pie a un mercado negro en el que pseudo traficantes acumulan monedas para revenderlas tras el cobro de una comisión que a veces alcanza el 10 por ciento”, asegura la moneda de 50 centavos que además confiere que otras cosas pasan.
Por ejemplo, el Banco Central asegura que realiza emisiones periódicas de monedas y que debería haber en circulación al menos 125 por cada habitante. Sin embargo, nadie posee semejante cantidad, ni siquiera los previsores que las ahorran en la alcancía. “Además, nadie les cree nada a éstos sátrapas”, reclama la misma pieza numismática hoy venida a menos.
Mientras tanto, el Ministerio de Justicia inició recientemente una investigación sobre la transportadora de caudales Maco S.A. por acopiar cerca de cinco millones de pesos en monedas que se disponía a revender en el mercado negro. La compañía niega las acusaciones, pero desde que comenzó a funcionar en febrero, la línea telefónica de atención al público del Banco Central ha recibido unas 5 mil denuncias sobre reventa de monedas.
Con todo, la moneda de 10 centavos tiene una interesante estrategia para que la gente pueda conseguir cambio chico y no las discriminen más. Para mantener el nivel de ventas de un kiosco cualquiera ubicado en el centro de Buenos Aires, donde las monedas son indispensables por el bajo costo de la mercadería, cada semana el kiosquero puede entregar galletitas y chocolates a un empleado bancario amigo para que éste le cambie billetes por monedas. “Esta es una fuente mucho más segura y barata que la que usaban antes los kiosqueros, cuando pagaba 310 pesos a una compañía de autobuses a cambio de 300 pesos en monedas”, asegura la monedita que jura por su madre que no se banca la conspiración ni la discriminación.
Hablando de conspiraciones y teorías numismáticas, se dice que es obvio que la escasez de circulante metálico se debe a que hay gente que retiene las monedas para venderlas. “Un diarero amigo me contó que le han ofrecido cien pesos en monedas a cambio de 120 pesos”, dijo la moneda de 50 centavos, amiga del vendedor de diarios del puesto que queda en las calles Sanabria y Camarones, “ahí donde está la pizzería 'La Esponja'”, aclara.
Otro misterio que se agregó a este drama tragicómico fue la incautación de unos cinco millones de pesos (más de un millón y medio de dólares) en monedas de distintos valores en el depósito de una empresa distribuidora de caudales. Eso pasó en octubre del año pasado y el juez todavía investiga a la compañía por presunto acopio ilegal de dinero metálico. “Para mí que está todo arreglado”, dice la misma moneda bajo los 30 grados de calor.
Transporte público: otro drama
En Argentina, más precisamente en la Capital, las monedas sirven para muchas cosas que no se pueden hacer sin un par de chirolas en la mano. El colectivo, el subte, el tren, es decir, los medios de transportes, se pagan con monedas y nada más. Pero ese privilegio, como otros que los jubilados conocen bien (el de vivir dignamente), ya no va más. “Otro asunto de discriminación, nada más que en ocasión se trata de robots discriminando; estamos todos al horno”, se lamenta una vez más la moneda de 25 centavos. El asunto es que el gobierno argentino de Cristina Fernández de Kirchner, “la jermu del birolo”, como lo llama otra moneda de 25 centavos, sacó un plan para que las monedas ya no sirvamos más para viajar. Ahora, resulta, va a haber máquinas que sólo acepten tarjetas electrónicas para pagar el pasaje. Es decir, monedas no more.
Así, el sistema de subterráneos de Buenos Aires tuvo que aplicar días atrás un plan de emergencia: ante la falta de monedas para vender boletos durante dos días permitió que el millón de pasajeros que diariamente utiliza este medio de transporte viajen gratis. Los pasajeros de los subterráneos de Buenos Aires viajan gratis ante la falta de dinero metálico. Las compañías de transporte revenden en el mercado negro las monedas que colectan los autobuses porque así ganan más que haciendo lo que tienen que hacer.
Conseguir cambio chico en Argentina es una misión imposible. Por eso se pudrió todo y ahora para viajar ya no hay que pensar en monedas, sino en tarjetas. Otra derrota para la numismática, o no, porque ahora va a haber más stock para la colección.
El 7 de octubre pasado el gobierno de la provincia de Buenos Aires aprobó una ley que establece multas de 2,000 pesos y la suspensión por tiempo indefinido del servicio de las compañías de autobuses que revendan monedas. El Banco Central también instaló centros de canje de monedas en las tres principales terminales ferroviarias de la ciudad. Pero los pasajeros, que pueden cambiar hasta 20 pesos por monedas, se quejan de las largas colas que deben hacer para obtener el dinero metálico. Es decir, es todo un problema que todavía falta resolver y explicar con claridad. Say no more.
Agradecimientos:
BBC Mundo:
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/latin_america/newsid_7672000/7672847.stm
CNN Expansión:
http://www.cnnexpansion.com/economia-insolita/argentina-sufre-escasez-de-monedas
CNN Expansión:
http://www.cnnexpansion.com/economia-insolita/argentina-sufre-escasez-de-monedas
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