domingo, 29 de marzo de 2009

Recuerdos en el asilo a la mexicana

Esperando el retorno del embajador mexicano en Argentina, el tío Cámpora veía cómo su tiempo encerrado en la embajada de México sumaba horas. Si bien era sabido que Cámpora no era muy amigo de Abal Medina, la situación estaba tan tétrica para los encerrados que ni al tío ni al pibe Medina les quedaba otra cosa que hacer migas. Por lo que no era raro que ambas personalidades compartieran uno que otro mate mientras esperaban los periódicos y noticias sobre sus respectivos asilos. En fin, una moneda reencarnada en reportera se acomodó en el platito que la resguardaba de alguna eventual salida de compras, para escuchar y nada más: lo que supuestamente hace un cronista que se precia. Entonces, ¿qué pasó esa tarde de noviembre de 1976 en la embajada mexicana en Argentina? ¿El tío y Abal Medina hablaron sobre los hechos y personas que los relacionaban entre sí y que, posiblemente, eran las razones por las que la dictadura los perseguía? Puede ser…
“Me acuerdo cuando el General me llamó y me dijo, ‘pibe, vamos a poner al tío Cámpora como candidato del FREJULI’”, le dice Abal Medina al tío que estaba cebando mate.
“¡Las cosas que me dijeron ese día, pibe!”, recuerda el tío mientras le pasa un mate dulce al ex presidente de la JP.
“Y sí, nadie lo quería tío. La verdad que ni yo pensé que era una buena decisión, porque los muchachos del bombo querían a Tony Cafiero como candidato”, rememora Abal Medina que corta lo que el tío estaba por decir y sigue con su relato. “Pero la cosa se puso tan jodida en la interna, que el General decidió por usted porque sabía que el nivel de lealtad que usted manejaba era casi inigualable”.
“Mirá, la relación con el General Perón fue buena al principio”, dice el tío Cámpora. “Pero cuando se murió Evita, para mí se pudrió todo porque era ella la que me tenía cariño, digamos. Después, cuando en el 55 viene el golpe de la Libertadora, o como le decíamos nosotros, la Fusiladora, se puso fea la cuestión”.
“Además, el General siempre pensaba que usted se la había tirado a doña Eva”, dice Medina con un gesto risueño en la cara.
“Bueno pibe”, pone el freno de mano el tío. “Esos son chismes, así que nada que ver. Lo que sí pasó fue que cuando el General se casa con Isabelita, que además de reconfirmar la pasión del General por el cabaret y las artistas de tercera línea, reconfirma que lo que importaba para Pocho, como le decíamos nosotros en cariño al General, era estar tranquilo. Por eso con Evita me tenía a mí, y con Isabel tenía a López Rega, como para que sus mujeres no lo jodan mucho”, le dice Cámpora a Medina que lo escuchaba mientras ojeaba la 6ª de La Razón que recién llegaba.
En eso, Medina le pregunta a Cámpora que qué pasó el día cuando le avisaron que el General lo había elegido como candidato a presidente. “Y me puse contento, claro. Pero me puse nervioso cuando empezó a sonar el teléfono de mi unidad básica en Avellaneda con los reclamos de la CGT. Rucci me llamó y después me llamó Lorenzo Miguel”, dice el tío mientras agarra la pava para cebarse un mate amargo.
“Nosotros estábamos contentos porque habíamos arreglado con el General apoyar al FREJULI en las elecciones presidenciales a cambio de puestos en el gobierno”, reconoce Medina. “Pero también queríamos estar en sintonía con los compañeros trabajadores, por eso nos marcamos lejos de los Monto y yo, personalmente, de Firmenich y Perdía”.
“Bueno, pero no sé si te acordás pibe, que en aquel mayo me armaron un quilombo bárbaro en la cárcel de Devoto, y ni bien estaba asumiendo la presidencia, los Montoneros, el ERP y los zurdos de la JP se amotinaron todos en la manzana de la cárcel para pedir la liberación de los presos políticos”, dice el tío.
“Sí me acuerdo tío”, le dice Abal Medina. “Es que los muchachos estaban contentos y, desde que el General me había dicho que usted era nuestro candidato, estábamos coordinando esfuerzos para asaltar el penal de Devoto, por las buenas o por las malas, a manera de festejo. Además, estábamos divididos en torno al gobierno del frente peronista y no queríamos tampoco quedar mal con los compañeros de la CGT, que a usted no lo querían. Más que nada, decían que los Montoneros no tenían por qué estar en el gobierno”, inspecciona Medina de caras al tío que no entendía muy bien. “Teníamos que ser orgánicos a movimiento de Perón, no sé si me explico”, dice Medina.
“Sí pibe, pero la cosa es que López Rega e Isabel no me querían ni ver, además de que la CGT tampoco, y por eso armaron lo de la masacre de Ezeiza. Después empezó a llamarme el General para decirme que renunciara a la presidencia porque si no me iban a venir a buscar los compañeros de la UOM, y vos sabés que el compañero Lorenzo Miguel no se anda con giladas. Por eso estamos acá nosotros”, dice el tío a el ex secretario general de la JP.
“Ya se tío, nos metieron el dedo por el que te dije y después de que volvió el general usted prácticamente era boleta. De nosotros, la juventud, ni hablar: nos dejaron sin el pan y sin el vino, aunque eso pasó después de que se murió el General”, aclara Abal Medina.
Entre una cosa y otra, la moneda de 10 pesos argentino de1976 escuchó más que una charla entre raros prisioneros políticos. Y así es como la historia es escrita, por lo que un tercero escucha decir a personajes de la política que hablan de personas y mañas políticas, de uno o de dos países que alguna vez tuvieron una embajada convertida en cárcel.
En corto, más diálogos entre el tío y sus compañeros de encierro y asilo.

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